Aquí os traigo un pequeño relato que escribí hace cosa de dos años.
Se titula Este amor y es un relato cargado de mucho sentimiento.
Deseo de corazón que os guste.
ESTE AMOR
AMLCH,
ANGLESEY, GALES, A 3 DE MARZO DE 1803
Mi querida Henrietta:
¿Piensas a menudo en el amor?
¿Entiendes lo que siento por ti? Me cuesta trabajo expresarme. No sabía lo que
era amar hasta que apareciste en mi vida. No quiero sonar falso. Es así como me
siento. ¿Lo sientes tú?
Oigo cómo
cae la lluvia desde la ventana de mi habitación. El cielo se torna cada vez más
oscuro. Oigo truenos. ¿Qué sientes cuando oyes el sonido del trueno, Henrietta?
¿Te sobresaltas?
Veo cómo
las olas van a morir contra las rocas. No se ve ningún barco en la distancia.
Todos los barcos han regresado a puerto. ¿Te acuerdas de cuándo nos conocimos?
Fue un día de mercado. Ibas acompañada por tu doncella.
Nos hemos
visto en la playa. Me despierto a medianoche pensando en ti. Recuerdo todas las
palabras que nos hemos dicho. Hemos bailado juntos el vals.
Nos amamos.
Y quiero que nos amemos siempre. Nuestro lugar favorito para vernos es la
playa. En una cala, donde nadie puede vernos. Ni siquiera tu doncella sabe que
vienes a verme.
Eres la
mitad de mi alma, mi adorada Henrietta. Sentados en la arena, vemos las barcas
de los pescadores. Las vemos cómo regresan a la costa. La jornada de trabajo ha
terminado. Tú me miras. Me sonríes.
No nos
importa nada en esta vida. Sólo estamos tú y yo. No hay nadie más en la playa.
¿Quién puede molestarnos? ¿Quién puede decirnos que nuestro amor está
prohibido? Soy tuyo. Cada beso que nos hemos dado así te lo confirma.
Recuerdo la
otra noche, cuando viniste a verme a mi casa. Llevabas puesto un vestido de
color azul claro. Me contaste que hacía algún tiempo que habías empezado a
llevar el cabello recogido. El moño que lucías era asombrosamente favorecedor.
Te conté que me había quedado sin aliento cuando te vi en el mercado la primera
vez. Hacía poco que había llegado a la ciudad. Buscaba trabajo en una mina de
cobre. Mientras estoy bajo tierra, pienso en ti. Y noto cómo ya no me rodea la
oscuridad.
Empecé
enviándote flores. Me contaste que habías sido presentada en sociedad en Cardiff.
Te viste asediada por multitud de admiradores. No soportas a esos petimetres
aristocráticos. El sentimiento es mutuo. No soportas que te besen la mano y te
reciten poemas que no son suyos.
Eres
distinta, Henrietta.
Cuando te
vi, lo supe en el acto. No eres como las demás mujeres. No te gustan los
halagos empalagosos. Te aburres con los bailes. No quieres ser sólo un florero.
No quieres ser subastada al mejor postor en el Mercado Matrimonial. Tienes tus
propias ideas. Tienes tus sueños. Por eso, deseo de corazón ayudarte. Porque
quiero ser yo quien haga realidad todos tus sueños, mi amada Henrietta.
Cada beso
que te doy. Cada vez que te cojo la mano. Cada vez que acarició tu rostro con
la yema de los dedos. Cada abrazo que te doy. Intento demostrarte todo el amor
que siento por ti. Y tú me correspondes besándome.
Hay un
hombre rondándote.
Va a
visitarte con frecuencia a tu casa. Te regala flores cuando os veis en el
salón. Siempre está tu doncella con vosotros. Os vigila. Ese hombre es conde.
Puede poner la Luna
a tus pies si así lo deseas. Tú le escuchas hablar con gesto distraído. ¿Estás
pensando en mí, Henrietta?
La otra
noche…
La otra
noche, yacimos en mi estrecha cama en mi habitación. Tú y yo…Tú llevabas puesta
tu camisola interior. Yo estaba completamente desnudo. Te tuve entre mis brazos
y pude abrazarte como quería. No podía dejar de besarte. No podía dejar de
acariciarte. Mis manos recorrieron todo tu cuerpo. Mis labios se deslizaron con
suavidad por tu cuerpo. Llené de besos tus hombros desnudos. La otra noche,
amada mía, fuimos uno. Eras virgen hasta esa noche, lo mismo que yo. No te
estoy mintiendo.
Cuando me
desperté, lo primero que vi fue tu sonrisa angelical. Te di un beso en la
comisura de los labios y pensé que había muerto. Y que estaba viendo a un
ángel. Entonces, supe lo que de verdad quería.
Supe que
bajar todos los días a la mina de cobre podía valer la pena si te tenía a mi
lado el resto de mi vida. Nos hemos hecho muchos juramento de amor eterno y
puedo confiar en que tus palabras son sinceras. Porque el amor que me profesas
es tan grande como el amor que te profeso, mi amada Henrietta.
Porque este
amor que siento por ti no se acabará nunca. Iluminas mis días cuando estoy en
la mina. Y sueño contigo cuando llega la noche. Eres una estrella que Dios ha
puesto en mi camino. Brillas igual que la Luna llena. ¿Te gusta mirar a la Luna , Henrietta? ¿Oyes el
sonido embravecido de las olas?
No te pido
mucho. Tan sólo te pido que me ames. Que me ames tal y como soy.
Te digo una
cosa.
Hace poco,
me juré a mí mismo que nos íbamos a casar y soy un hombre que cumple sus
promesas. Porque no imagino mi vida sin tenerte a mi lado hasta que los dos nos
hagamos viejos. Quiero verme reflejado en tus ojos. Quiero que esos ojos tan
bonitos que tienes se iluminen cada vez que estemos juntos.
No quiero
que este amor muera. No lo vamos a dejar morir, mi adorada Henrietta. ¡Te lo
juro! ¡Te amaré siempre! ¿Me estás escuchando? ¡Siempre! Nunca dejes de amarme.
¡Te lo suplico!
A pesar de
todo…Aunque se opongan los demás. Aunque me muera en el interior de la mina.
Aunque el mundo estalle en mil pedazos. Mi corazón te pertenece.
Mark.