Hola a todos.
Si hace unos días os traía un extracto del que podría ser el diario personal de Teresa, Carolina no se anda a la zaga.
Me imagino que ella también tendría un diario. Y escribiría en él todo lo que pasaba por su mente. Todo lo que sentía.
Hoy, os dejo con un extracto del diario personal de Carolina.
Por cierto, al igual que el diario de Teresa, el diario de Carolina tampoco aparece en la novela.
He descubierto que me gusta a salir a dar paseos sola.
Mi doncella se escandaliza. Cuando me ve poniéndome encima del vestido la capa, empieza a ponerse nerviosa.
-No debe de salir sola, señorita Carolina-me exhorta-Hay mucha gente mala por ahí. Y usted no puede defenderse.
-¿De verdad hay gente mala en la isla de Tambo?-le pregunto con cierta ironía-Casi no se cometen robos aquí. Estamos en el lugar más tranquilo del mundo.
-¡Pero le puede pasar alguna desgracia!
No le hago caso. Me pongo la capa encima del vestido. Le pido a mi doncella que cuide de Teresa mientras yo no estoy. Necesito salir a respirar aire puro.
Necesito estar sola.
Me gusta caminar por la isla. Una vez, escuché decir que los griegos y los romanos que pasaron hace tantos siglos por España la usaron como una especie de gran cementerio. Pienso, entonces, en Martín. Mi hermano está enterrado en el cementerio de la isla.
Me dirijo, casi sin darme cuenta, a Punta Tenlo. Tomás está allí.
Me voy acercando poco a poco a él. Tomás se percata de mi presencia.
Está de espaldas a mí. Pero se gira para mirarme y para sonreírme. Parece que sabe que yo iba a ir.
-Te estaba esperando-me dice.
-No sabías que iba a venir-le recuerdo.
Me acerco poco a poco a él. Nos quedamos de pie el uno frente al otro.
Escucho el sonido de las olas. Veo cómo bañan la orilla de la playa.
-Lo único que lamento es no poder quedarme más tiempo-le confieso-Me gustaría estar mucho rato contigo. Hablar contigo.
Me siento mal. Pienso que estoy siendo egoísta por pensar sólo en mí.
Pero me olvido de todo cuando Tomás me besa con devoción en los labios.
Nos separamos apenas unos centímetros.
-¿Cómo está tu prima?-me pregunta Tomás.
-Se ha quedado durmiendo-respondo-No pudo conciliar el sueño anoche.
-Es frecuente que sufra pesadillas.
-Grita. Llora.
No reconozco a Teresa. Mi prima ha cambiado mucho desde que sufrió el accidente. Antes, siempre estaba de buen humor.
Siempre estaba metiéndose en líos.
Tomás me abraza con cariño.
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