Hola a todos.
Aquí os traigo una nueva anotación del diario de Carolina.
El castro viejo está sumido en la oscuridad cuando llego a él. Tomás me está esperando.
A veces, me asalta la idea de que podría quedarme embarazada de Tomás.
Sin embargo, me olvido de todo cuando estoy entre sus brazos.
Los dos yacemos desnudos en el suelo, entre las ruinas de aquel lugar que una vez estuvo habitado. Donde hubieron parejas que se amaron una vez. Igual que nosotros...
Los besos de Tomás...Sus abrazos...Su lengua recorriendo mi cuerpo. Sus labios posándose en distintas partes de mi piel. Sus caricias...Sus labios recorriendo mis senos...
Todo esto es real. Lo estoy sintiendo.
Me olvido de todo. Tomás se olvida de todo. Se olvida de la frustración que le inunda al no poder hacer nada para curar a Teresa. Yo me olvido de la visión de mi prima en una silla de ruedas postrada. Me olvido de su dolor. Soy una egoísta por pensar en mí. Odio a Tomás por ser tan egoísta. No sé qué sentir. Tan sólo estoy con Tomás. Con él...Y eso es lo único que me importa.
Siento su cuerpo invadir mi cuerpo.
Le siento encima de mí. Le siento dentro de mí. Fusionándose conmigo. Abrazándome con fuerza.
¿De verdad son tan brillantes las estrellas que brillan en lo alto del cielo?
El propio Tomás me lo dice.
Me recuerda de un modo sutil que lo que hacemos puede traer consecuencias. Soy consciente de que podría quedarme embarazada. ¿Y qué pasará entonces?
Si descubro algún día que voy a ser madre, tendré que contarle a mis padres toda la verdad. Tendré que sincerarme con Teresa y hablarle de mi relación con Tomás. Pero la regla hace acto de presencia de forma puntual, como cada mes.
Hace unas mañanas, vi mis calzones manchados con la sangre de mi menstruación. Y sentí los habituales dolores que la regla trae consigo. No estoy esperando un hijo de Tomás.
Para mí es muy duro tener que despedirme de él con un beso. Pero sé que volveremos a vernos a la noche siguiente. Da igual el sitio.
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