Hola a todos.
Aquí os traigo una nueva anotación del diario de Carolina.
¡Vamos a ver qué está pasando por su cabeza!
-Duele estar vivo-se lamenta Teresa.
Detesta los días de lluvia y hoy está lloviendo.
Antes, aborrecía los días de lluvia porque no podía salir a montar a caballo. Ahora, aborrece los días de lluvia porque le traen a la mente recuerdos muy dolorosos.
-¿Por qué no jugamos a las cartas?-le sugiere mi madre-Hace tiempo que no jugamos a las cartas. Eso te distraerá un poco, querida. ¿Qué te parece?
-No quiero jugar a nada, tía Alberta-contesta Teresa, quien está al borde del llanto-Déjame.
-No puedes quedarte ahí llorando-interviene mi padre-Una joven como tú tiene que estar distraída con algo. Podrías aprender a bordar.
-¡Sólo quiero morirme!-solloza Teresa.
Es muy duro para mí ver cómo mi prima se va consumiendo cada día que pasa poco a poco. Es muy duro intentar consolarla cuando ella no quiere ser consolada. Se ha derrumbado de tal modo que me parece imposible ayudarla a salir del pozo en el que está sumida.
-¡No puedes estar hablando en serio!-estallo-¡No te reconozco, Tere! ¡Tú no puedes decir esas cosas! ¿Dónde está la Tere que conozco? ¿Dónde está mi prima fuerte y decidida?
No quiero gritarle a Teresa.
Pero no soporto verla tan hundida. No soporto sentir que soy incapaz de hacer algo por ayudarla.
-Carolina, cariño, estamos haciendo lo que podemos con Tere-me asegura mi madre.
Sé lo que quiere decir. Teresa es quien debe de poner de su parte. Quién ha de ser fuerte. Pero no logra ser fuerte. No puede.
-Tú no puedes entenderlo, Caro-se lamenta Teresa-No puedes saber lo que yo siento.
Tiene razón. No sé lo que se siente al ser condenada a permanecer postrada para siempre en una silla de ruedas. No sé lo que se siente cuando una joven llena de energía y de vitalidad ve truncada su vida por un absurdo accidente. No puedo entender lo que siente Teresa cuando yo sí puedo caminar.
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